NAIROBI, 25 nov (NNN-BERNAMA) — La visita del primer ministro de Malasia, Datuk Seri Anwar Ibrahim, a Etiopía, Sudáfrica y Kenia constituye un hito estratégico en la diplomacia de Putrajaya, transformando la relación con África de una perspectiva histórica centrada en la asistencia a una asociación de igual a igual, basada en intereses mutuos, innovación y soberanía compartida.

Esta gira, la primera de un primer ministro malasio en casi dos décadas, no es un acto simbólico, sino una operación de geopolítica económica diseñada para posicionar a Malasia como un socio confiable, tecnológicamente competente y estratégicamente indispensable en un mundo multipolar.
África, con su población joven y en explosivo crecimiento —proyectada en 2.500 millones de habitantes para 2050—, ya no es un continente de desafíos únicos, sino el más dinámico frente de crecimiento económico del siglo XXI.
Anwar, al frente de una delegación empresarial de alto nivel, enfatizó que, a pesar de las desigualdades y las diferencias de desarrollo entre los países africanos, las oportunidades son masivas y multisectoriales.
El éxito de empresas como Yinson Holdings Bhd, que suministra buques flotantes de producción, almacenamiento y descarga (FPSO) en el sector petrolero y gasístico de varios países africanos, es un ejemplo concreto de cómo el conocimiento malasio puede resolver necesidades críticas en infraestructura energética, generando valor compartido y confianza.
La visita a Etiopía —primera parada y punto neurálgico del continente— fue particularmente significativa. Con la reapertura de su embajada en Adís Abeba el 23 de septiembre de 2025, tras 42 años de ausencia, Malasia reafirmó su compromiso con un país que, con 130 millones de habitantes y una economía en crecimiento sostenido, es el corazón política y diplomática de África.
Adís Abeba, sede de la Unión Africana (UA), es el epicentro de la voz colectiva del continente, cuya Agenda 2063 y el Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA), que agrupa a 55 países y 1.300 millones de personas, representan un mercado unificado de inmenso potencial.
Etiopía, con su sector financiero liberalizado y su ambición de convertirse en un hub industrial, ofrece un terreno fértil para la expansión de bancos malasios en finanzas islámicas, tecnología financiera y cooperación en educación técnica y profesional.
El intercambio de memorandos en comercio, turismo, energía verde y educación, junto con la visita recíproca del premier etíope Abiy Ahmed a Malasia en octubre de 2024, sella una nueva era de cooperación bilateral.
En Kenia, la visita alcanzó un nivel histórico: Malasia y Kenia acordaron elevar sus relaciones a una Asociación Estratégica, un hito en los 60 años de vínculos diplomáticos. Este acuerdo no es meramente declarativo; es un marco integral que abarca desde la eliminación de aranceles a la carne y productos agrícolas kenianos —una medida que abrirá nuevas oportunidades para miles de pequeños agricultores— hasta la colaboración en tecnologías de vanguardia.
Kenia, conocida como la “Sabana del Silicio”, es un líder en innovación digital, fintech y transformación tecnológica en África. La asociación estratégica prevé cooperación en semiconductores, infraestructura digital, transición energética y desarrollo de talento, alineándose perfectamente con el ecosistema tecnológico keniano.
La presencia de numerosos exalumnos del Programa de Cooperación Técnica de Malasia (PCTM) en el gobierno y el sector privado keniano demuestra el profundo capital humano y la confianza construidos a lo largo de décadas.
La participación de Anwar en la Cumbre del G20 en Johannesburgo, la primera en suelo africano, fue el corolario estratégico de la gira. Allí, no solo se reunió con el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa para profundizar la colaboración en semiconductores y minerales críticos, sino que también entabló diálogos clave con líderes globales como el primer ministro chino Li Qiang, el indio Narendra Modi, el brasileño Lula da Silva y el egipcio Mostafa Madbouly.
En este foro, Anwar no solo defendió los intereses de Malasia, sino que se convirtió en un portavoz articulado del Sur Global. Instó a los miembros del G20 a trascender la retórica y tomar medidas concretas para abordar las desigualdades comerciales históricas, criticando la lentitud en la reforma de instituciones como el Consejo de Seguridad de la ONU y los mecanismos de financiamiento internacional. Su mensaje fue claro: el futuro de la estabilidad global depende de una cooperación equitativa, no de la hegemonía unilateral.
La visita también se inscribe en un contexto de transformación económica continental que Malasia está aprovechando. Mientras Irán duplica sus exportaciones a África hasta los 675 millones de dólares en la primera mitad de 2025, impulsado por una estrategia coordinada de ocho comités gubernamentales, y Brasil alcanza récords de exportaciones agroindustriales de 15.490 millones de dólares en octubre, Malasia se posiciona como un socio que ofrece soluciones integrales: desde infraestructura y energía hasta educación y productos halal certificados. La visita a Etiopía y Kenia no solo generó acuerdos, sino que activó redes empresariales, fortaleció la percepción de Malasia como un actor confiable y abrió canales para la inversión mutua.
En un mundo marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en las cadenas de suministro y crisis climáticas, Anwar subrayó con urgencia: “Se ha perdido el tiempo”. Ahora, con África emergiendo como una potencia económica, Malasia ha decidido no perder más.
Esta gira no solo fue un éxito diplomático, sino un acto de visión estratégica. Ha sentado las bases para una relación sinérgica, de valor añadido y de largo plazo, en la que Malasia no es solo un comprador o proveedor, sino un socio de desarrollo, un constructor de capacidades y un aliado confiable en la construcción de un orden internacional más justo, resiliente y multipolar.
— NNN-BERNAMA
