Anuncia Rusia que su vacuna contra la COVID-19 está lista

MOSCÚ, 12 de agosto (NNN-AGENCIAS) — El anuncio del registro de una vacuna rusa estaba en el aire desde hace semanas, desde que a todos los niveles del aparato de poder ruso -gobierno, entes estatales, administración pública- se declaraba a los medios de prensa que la vacuna estaría lista pronto.
    
Pero naturalmente el golpe de efecto le correspondía al presidente Vladimir Putin. Que como siempre -un mago de los efectos especiales- no decepcionó.
    
Así, al anunciar al mundo que Rusia llegó primera en la carrera por la vacuna, mencionó incluso a “una de sus hijos”, asegurando que “participó en los tests y está bien”. En síntesis: es seguro y funciona.
    
Sin embargo, el anuncio de Putin suscitó una legítima salva de dudos, tanto en su patria como en el exterior. Porque el desarrollo de la vacuna -bautizada nada menos que Sputnik V- se produjo en tiempo récord.
    
“El punto -afirmó el ministro de Sanidad estadounidense Alex Azar- es tener una vacuna segura para los norteamericanos y para el mundo, no ser los primeros”.
    
En Alemania fueron más allá: el ministro de Salud alemán expresó dudas sobre la “calidad, eficacia y ausencia de riesgo” de la fórmula rusa, mientras el presidente de la asociación federal médica alemana, Klaus Reinhardt, disparó con fuerza.
    
“El registro de una vacuna sin la tercera serie decisiva de tests lo considero un experimento de alto riesgo para el hombre: podría ser la medida populista de un Estado autoritario que quiere mostrar su fuerza al mundo”, dijo al Rheinische Post. Y en efecto tiene razón: la tarcera fase de tests apenas comenzó.
    
El sitio web independiente Meduza reportó, por ejemplo, que la Asociación de las Organizaciones de Experimentación Clínica (ACTO) recientemente había pedido al ministerio de Salud ruso que postergara el registro de la vacuna elaborada por el Centro Federal de Investigación para la Epidemiología y Microbiología Gamaleya (uno de las 26 oficialmente depositadas ante la OMS) porque había sido testeado “apenas sobre un centenar de personas”.
    
Además la fórmula se basa en una vacuna para el MERS (Middle East Respiratory Syndrome) que aún está en fase de experimentación y por lo tanto “no hay motivos para sacar conclusiones sobre su eficacia”.
    
La cuestión del Gamaleya podría ser en realidad, según algunos expertos, una buena explicación de por qué los rusos fueron tan rápidos. Y se sienten tan seguros como para iniciar la producción masiva y ya desde octubre la vacunación -“absolutamente voluntaria”, precisó Putin- en algunos segmentos de la población, como docentes y operadores sanitarios.
    
Como sea, la OM no está dispuesta a hacer concesiones. La vacuna rusa, dijo en Ginebra en conferencia de prensa el vocero Tarik Jasarevic, deberá ser sometida a “rigurosas exámenes y evaluaciones de todos los datos requeridos sobre la seguridad y eficacia” antes de obtener la aprobación de la Organización.
    
Pero entretanto llueven las “fugas hacia adelante”. El ministro de Sanidad de Israel, Yuli Edelstein, informó que Israel tiene programados al respecto coloquios con Rusia.
    
“Si nos convencemos de que este es un producto serio, entonces intentaremos iniciar negociaciones2, dijo.
    
El presidente serbio, Aleksandar Vucic, fue más entusiasta: “Seré el primero en inyectármelo apenas nuestros expertos digan que va bien”, declaró.
   
La conquista de la vacuna -una especie de carrera espacial del siglo XXI- tiene además consecuencias económicas potencialmente enormes, tanto en términos de comercialización del producto en sí como en términos de ventajas competitivas en el escenario global gracias a la capacidad de evitar un segundo bloqueo.
    
No por azar el jefe del Fondo Ruso para las Inversiones Directas, (RDFI) Kirill Dmitriev, aseguró que “hay un gran interés en el exterior para la vacuna rusa”.
    
“Hemos recibido requerimientos preliminares para la compra de más de mil millones de dosis de vacuna de parte de 20 países”, declaró. Entre estos estarían los Emiratos Arabes, Arabia Saudita, Indonesia, las Filipinas, Brasil, México y la India.
    
El plan, si todo va bien, es producir para el final de 2020 30 millones de dosis para Rusia y más de 200 millones para el exterior gracias a alianzas locales. Si fuera realmente así, para el Kremlin sería realmente un “efecto Gagarin”. (ANSA).
— NNN-AGENCIAS

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