PUERTO PRÍNCIPE, 19 ago (NNN-UNIS) — Con más de 1,3 millones de personas desplazadas y la mitad de su población sufriendo inseguridad alimentaria, Haití enfrenta una crisis humanitaria y de seguridad que el experto de la ONU William O’Neill ha comparado con el “Lejano Oeste”, donde la ley es reemplazada por la impunidad y la violencia.

“La gente me describe lo horrible que es. Es como una mafia, una mafia criminal que vive a costa de la población”, afirmó O’Neill, experto designado por la ONU para la situación de derechos humanos en Haití.
Las pandillas armadas han expandido su control sobre vastas zonas de Puerto Príncipe, mientras grupos de autodefensa, inicialmente formados para proteger comunidades, han adoptado prácticas similares a las de las pandillas, incluyendo extorsión y ejecuciones sumarias.
O’Neill reveló que muchos jóvenes se unen a las pandillas no por elección, sino por necesidad. “Uno de los chicos que entrevistamos tenía 12 años. Vivía en la calle, sin familia. Un pandillero le ofreció comida y algo de dinero a cambio de ser vigía. No tenía otra opción”.
El informe de derechos humanos de la ONU documenta graves violaciones, incluidas ejecuciones extrajudiciales, torturas y desplazamientos masivos. Además, funcionarios públicos como el fiscal de Miragoâne, acusado de más de 80 asesinatos, operan con total impunidad y son vistos como “héroes” por sectores de la población debido al colapso institucional.
El gobierno ha comenzado a utilizar drones “kamikaze” contra líderes pandilleros, una medida que O’Neill califica de problemática desde el punto de vista de derechos humanos: “Técnicamente, Haití no está en conflicto armado. El uso de fuerza letal debe ser excepcional, no una política de eliminación”.
A pesar del panorama sombrío, O’Neill insiste en que Haití “no es una causa perdida”. El Consejo de Seguridad ha señalado tres pasos clave: una fuerza multinacional efectiva, sanciones contra líderes criminales y el cierre del flujo de armas desde Estados Unidos. “Si se hacen las tres cosas con contundencia, se puede superar a las pandillas. La gente las odia. No son populares”, concluyó.
— NNN-UNIS