NACIONES UNIDAS, 28 jul (NNN-UNIS) — Durante la última década, al menos tres millones de personas han muerto por ahogamiento, según informó la Organización Mundial de la Salud (OMS), que conmemoró el 25 de julio el Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos bajo el lema: “Cualquiera puede ahogarse; a nadie debería sucederle”.

Aunque desde el año 2000 se ha registrado una disminución global en las muertes por esta causa, aún se pierden más de 300.000 vidas cada año. En 2021, se estimaron 300.000 muertes por ahogamiento en todo el mundo, de las cuales 35.000 ocurrieron en la región del Mediterráneo Oriental, lo que representa el 12 % del total mundial, convirtiéndola en la segunda región con mayor tasa de mortalidad por esta causa.
Los ahogamientos son una de las principales causas de muerte por accidente, definidos como el proceso de sufrir dificultades respiratorias por inmersión o sumersión en un líquido. Pueden resultar en muerte, discapacidad o supervivencia con secuelas.
En el Mediterráneo Oriental, los más afectados son los menores de 30 años, quienes representan el 83 % de las muertes por ahogamiento. Los niños de 5 a 14 años constituyen el 23,4 % del total, siendo esta la segunda causa principal de muerte en ese grupo etario. Además, esta región registra la tasa más alta de mortalidad por ahogamiento entre niños menores de 4 años y la segunda disminución más pequeña en las tasas de mortalidad a nivel mundial.
La OMS destacó que las tasas más elevadas se registran en países de ingresos bajos y medianos, y que el riesgo está estrechamente ligado a factores como el sexo, la edad, la pobreza y la desigualdad. La tasa de mortalidad entre hombres es al menos el doble que entre mujeres. Los migrantes, las personas en situación de pobreza y las comunidades marginadas enfrentan un riesgo desproporcionado: la tasa de ahogamiento en países de bajos ingresos es 3,2 veces mayor que en los de altos ingresos.
Entre los factores que aumentan el riesgo se encuentran la proximidad a ríos, lagos, estanques y el mar; actividades recreativas acuáticas; inundaciones repentinas; hacinamiento en embarcaciones; migración ilegal; pesca artesanal; mal tiempo y falta de supervisión, especialmente en niños.
Algunos países han implementado intervenciones efectivas, como servicios gratuitos de alerta meteorológica, sistemas de alerta temprana, desarrollo de la resiliencia comunitaria y servicios de búsqueda y rescate. Sin embargo, son menos comunes las medidas de seguridad pública como la capacitación en natación, barreras físicas en zonas de riesgo y servicios preescolares supervisados.
La OMS insta a los gobiernos a desarrollar planes nacionales de prevención de ahogamientos, promover la educación en seguridad acuática, fortalecer la investigación y llevar a cabo campañas de concienciación dirigidas a los grupos de mayor riesgo. “Salvar vidas requiere acción multisectorial, inversión y compromiso político”, concluyó la agencia.
— NNN-UNIS