QUITO, 10 may (NNN-TELESUR) — Ecuador enfrenta una grave crisis en el sistema de salud debido al brote simultáneo de tres enfermedades contagiosas: tosferina, fiebre amarilla y leptospirosis.
La tosferina ha aumentado un 127% respecto a 2024, afectando principalmente a las provincias de Guayas, Manabí, Pichincha y Santo Domingo de los Tsáchilas, con 321 casos reportados y 11 fallecimientos en 2025. Por otra parte, la fiebre amarilla, ausente durante años, resurgió con cuatro casos confirmados en Zamora Chinchipe y Morona Santiago, causando tres muertes. Las autoridades atribuyen este rebrote a la disminución de la cobertura de vacunación y factores ambientales que favorecen la proliferación del mosquito transmisor.
Ante esta contingencia, el Comité de Operaciones de Emergencia implementó una campaña de vacunación masiva, aunque enfrenta desafíos logísticos, como largas filas en centros de salud y restricciones de edad que excluyen a adultos. Además, se estableció el uso obligatorio de mascarillas en centros educativos durante 60 días para niños, docentes y personal. Sin embargo, la falta de control estatal ha generado escasez y especulación: “El domingo salí a buscar mascarillas con mi familia y ya no había. Es una muestra de lo que vivimos: el Estado no garantiza protección”, relataban algunos ciudadanos.
La simultaneidad de estos brotes, incluida la leptospirosis en la Amazonía ecuatoriana, llevó al gobierno del presidente Daniel Noboa a declarar una alerta sanitaria. Críticos señalan que esta crisis refleja un sistema de salud frágil, con coberturas de vacunación en descenso (menos del 60% en algunas áreas) y descoordinación interinstitucional. Mientras el gobierno insiste en reforzar campañas de prevención, la población exige soluciones inmediatas, como subsidios para mascarillas y ampliación de jornadas de vacunación sin restricciones etarias.
— NNN-TELESUR